Muy pocos entienden esa pasión que le atormenta. El motivo por el que ríe y llora al mismo tiempo, se le iluminan los ojos y se encienden sus mejillas. Por qué se le acelera el pulso cuando sabe que está cerca.
Pocos, muy pocos.
No saben qué le hacía soñar, qué le hacía sonreír, mientras miraba por aquella ventana.
Tampoco recorrieron el camino con el cabello al viento, cantando.
No compartieron los atardeceres.
No se perdieron ni encontraron lo que no sabían que estaba perdido.
Por eso no da explicaciones ante los ojos atónitos. Deja que sigan pensando que es sólo locura.
Pocos, muy pocos.
No saben qué le hacía soñar, qué le hacía sonreír, mientras miraba por aquella ventana.
Tampoco recorrieron el camino con el cabello al viento, cantando.
No compartieron los atardeceres.
No se perdieron ni encontraron lo que no sabían que estaba perdido.
Por eso no da explicaciones ante los ojos atónitos. Deja que sigan pensando que es sólo locura.
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