Buscaba no sabía qué bajo la sombra de un dedo acusador, con las tripas y la cabeza, dando la vuelta a cada razonamiento como a un calcetín. Mientras, otros hablaban sin saber y alguien se autonombró salvador de una vida que no le pertenecía. ¡Qué satisfacción! ¡Qué sensación de poder! ¡Qué arrogancia creer que tenía ese derecho! Pero no había princesas a las que salvar del dragón. Y la bestia se desató.
6.9.11
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario