6.1.12

Viviendo un momento prestado, allí, con un precioso vestido comprado para la ocasión, se le rompió lo poco que aún le quedaba entre las manos. Disfrazó sus lágrimas de emoción por la felicidad ajena y se preguntó el por qué de aquel destrozo. No era aquello lo que ansiaba. Nada de aquello.
Fuera seguía lloviendo. Distrajo los sentidos con una copa de vino mientras pulverizaba los restos con el tacón de aguja. El vestido era realmente bonito.

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