3.6.12

Atardecer

Aquel día podría haber elegido hacer cualquier otra cosa, pero sintió la urgencia de leer el libro que llevaba en el bolso y la playa le pareció un buen lugar para hacerlo. Ya habían pasado los días de calor, pero hacía sol y la brisa era tibia y agradable. Había poca gente y sólo el ritmo de las olas rompía el silencio.
Llevaba cerca de una hora disfrutando de la lectura cuando un par de chicos con aspecto de turistas se sentaron cerca de ella y buscaron una excusa para entablar conversación. Su respuesta no debió de ser lo suficientemente cortante, o a lo mejor lo fue, pero eso no impidió que ellos empezaran a hablar y hablar. Contaron lo que habían hecho durante los dos últimos días, dando excesiva información, a modo de confidencia. Alardearon de aventuras, y lo único que consiguieron fue dejar expuestas todas sus miserias ante una completa desconocida que se preguntaba si estaban intentando impresionarla. Lejos de llamar su atención, lo único que estaban consiguiendo era darle lástima al mostrarse como dos personas insatisfechas con sus vidas que ni siquiera sabían que lo estaban. En sus casas les esperaban novias, familia y amigos, ajenos a lo que estaba sucediendo durante aquel paréntesis fugaz en su rutina, y que tal vez nunca llegarían a conocer su cara oculta.
Cuando el sol empezó a caer sobre el horizonte decidió que ya había escuchado suficiente. Se despidió de ellos y se alejó ni siquiera sorprendida.

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